Haciendo el Agosto

El mes de Agosto gira en torno a las vacaciones de Obon para los japoneses (ya les hablé de quie incluso tienen su propio baile, el bon). Aunque las fechas difieren en según que parte del país te encuentres, ahora mismo tocan en la capital (por definición, la ciudad que manda). Es en esta época cuando se supone que los espíritus de los muertos vuelven a sus casas (nada truculento) y la gente aprovecha para volver a su pueblo natal y rezar frente a la tumba de sus familiares. De este modo, Tokio sufre un curioso efecto, aunque sus calles siguen repletas de gente, a la hora de coger el tren, sí se nota el éxodo masivo de sus habitantes.

Típicos son los fuegos artificiales, que duran más de una hora y poco tienen que ver con a lo que estamos acostumbrados los españoles en nuestras fiestas. Lamentablemente, es un espectáculo que aún no he conseguido ir a ver a pesar de ser éste mi segundo verano. Sí que presencié el segundo día de fiesta que se organizó en Fureai Dôri, la calle comercial de la estación de Kiyose, la ciudad vecina a donde vivo.















En definitiva, todas las fiestas de Japón son una excusa para ponerse morado comiendo y rojo bebiendo cerveza, así que todos los comercios sacaron un puestecillo a la ya de por sí no demasiado ancha calle, donde además de un magnífico grupo de taiko, que tocaba dividido por sexos y no podría decir cuál de ellos lo hacía mejor, hubo "procesión". Las procesiones japonesas son totalmente diferentes de las españolas, aquí la gente levanta el paso (omikoshi), donde suele ir alguien de pie dirigiendo el avance, a hombros y bailoteando al grito de "wasshoi wasshoi" hacen que este se tambalee peligrosamente de lado a lado.





























Para terminar, no falto el grupo de señoras en yukata bailando bon.

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